El gran viaje del obelisco
Cuando en 1830 fue ofrecido a Francia, se puso en marcha un gran proyecto con tres grandes vertientes: en primer lugar, en el ámbido científico, el traslado de una pieza de estas características, que estuvo lleno problemas, riesgos y accidentes; en segundo lugar, en el ámbito estético, el debate sobre el lugar adecuado para colocar este monumento, y en tercer lugar, en el plano político y diplomático, las relaciones que a raíz de este traslado se establecieron entre Oriente y Occidente.Robert Solé, nacido en El Cairo, ha trabajado durante varios años en Le Monde como jefe de redacción. Es autor además de tres novelas: Le Tarbuche (Premio Mediterráneo 1992), Le Sémaphore d¿Alexandrie y La mameluca, traducidos todos ellos a diversas lenguas. Ha dedicado varios años al estudio de las campañas napoleónicas en Egipto y de sus repercusiones en Europa, cuyos resultados publicó en obras como L¿Égipte, passion française, La Pierre de Rossette (con Dominique Valbelle), Diccionario del amante de Egipto y, en colaboración con Carlos Freire, Alexandrie, trabajo cuya culminación era hasta la fecha la celebrada La expedición Bonaparte.