Escarnio
Una novela de aprendizaje sobre un joven de provincias que llega a Madrid para estudiar en un Colegio Mayor y se encuentra con lo que menos esperaba: envidias, amor, sexo, violencia, egoísmos.
Podríamos resumir de este modo el planteamiento inicial de esta novela: en septiembre de 1994 Carlos García, un joven optimista y esforzado estudiante de Huelva, cambia de universidad, se traslada a Madrid e ingresa en un colegio mayor (de ideario católico) adscrito a la Complutense. Al amparo de un catedrático de prestigio y constreñido por su sentido de la responsabilidad, el joven «provinciano» sabe que no puede fallar, que debe hacer lo que todos esperan de él y que no puede permitirse ningún desliz si quiere cumplir con las expectativas del profesor, disipar la desconfianza que provoca su origen en el director y los compañeros del colegio y, sobre todo, responder al sacrificio económico de sus padres. Sin embargo... Porque esta novela sucede en el posfranquismo, que, como todos sabemos, es ese tiempo que empieza donde terminó, si terminó, la posguerra civil española. Y porque lo que esta novela nos dice a su modo -con los modos de una excelente novela de aprendizaje- es precisamente que el franquismo también ganó la posguerra y acaso también ganó la llamada transición e incluso ahora pudiera ser que estuviera ganando las batallas del hoy y del mañana. Y porque esta novela lo que nos cuenta es la historia de un desclasamiento, de un desclasado que viene de una de las dos Españas de las que hablaba Machado, llega a la capital del reino borbónico y se encuentra de golpe (y porrazo) con la otra España, la eterna, la castiza, la de cristo rey y santiago matamoros. Claro que también, y en medio de ese acelerado curso narrativo de desclasamiento, por suerte y por desgracia (para todo desclasado las dos cosas siempre viajan juntas) conoce a Ainara y con ella se adentra en los espacios del amor y del sexo, y apre