Las consecuencias de un matrimonio de estado contraídosiempre por obligación y nunca por amor, afectaban por iguala reyes que a reinas. Si el monarca buscaba la pasión en alcobasajenas, es perfectamente lógico que la soberana hiciera otrotanto si bien, salvo excepciones, sus aventuras amorosas hanpasado más desapercibidas.El lugar secundario que la gran Historia ha otorgado a las reinasconsortes ha hecho las veces de oportuna pantalla tras la quevivir tan inoportunos romances. Pero, aún en penumbra, seconocen una serie de «amistades peligrosas» que muchas vecesno pasaron del simple bulo propio del juego sucio político peroque, en otras, se trataron con discreción a causa del interés delmonarca por mantener su prestigio varonil y ocultar su incómodacor namenta bajo la corona.Pese a todo, amantes apasionados, chevaliers servants oenamorados del poder como Beltrán de la Cueva, Godoy, elcardenal Mazarino, Rasputín y tantos otros unen sus nombres alos de soberanas tan emblemáticas como Cleopatra, MaríaAntonieta, Catalina la Grande, e incluso la mítica Sissi.Ha publicado indistintamente narrativa y ensayocentrándose, por lo general, en el estudio de la& gura femenina a través de la historia.Colaboradora habitual de la revista Historia y vida yde otros medios de comunicación, se inició en elámbito de la novela histórica en 2001 con Losespejos de Fernando VII, a la que siguieron entreotras Inés de Castro, Leonor y Las damas del rey.Entre sus ensayos biográ& cos cabe destacar Lavida y la época de Fernando VII, Madres e hijas en lahistoria, Agustina de Aragón: la mujer y el mito;Mujeres de vida apasionada, Isabel de Castilla, yReinas en la sombra, publicado por esta editorial.Ganadora del IX Premio Algaba con Las mujeres deFelipe II (Edaf, 2011)