San Francisco Javier. Por tierras y mares de esperar en Dios
Sus itinerarios de este tiempo podían dar varias vueltas al mundo.
Una muestra de superación y valentía para quien sólo disponía de sus pies. No era Francisco un trotamundos; la razón de sus largas singladuras y caminatas era su decisión de «ayudar al prójimo» en la más profunda de sus necesidades y carencias, cual era el desconocimiento de Dios y de su enviado Jesucristo.
Nunca se echó atrás por difícil o arriesgada que fuera la empresa.
Y su secreto era que había puesto totalmente su confianza en Dios.